¡Oh santa castísima Cecilia!
y obrabas lo que leías;
Orabas y traías a raíz de tus carnes
un áspero cilicio para consagrar tu virginidad,
y ofrecer tu alma en sacrificio al Señor.
Convertiste a tu esposo Valeriano,
y de león bravo le hiciste cordero manso,
y le enseñaste a ser mártir;
y por tus palabras y ejemplos
otros muchos derramaron su sangre por Cristo.
Continuar leyendo...
El baño encendido te sirvió de refrigerio,
e hiriéndote tres veces el verdugo
no pudo cortar tu sagrada cabeza,
hasta que al cabo de tres días,
estando en oración,
voló tu bendita alma resplandeciente
a tu dulcísimo esposo,
y tu casa se consagró en iglesia,
y todo el pueblo recibió por tu intercesión
innumerables beneficios,
y cada día los recibe
de la poderosa mano del Señor.
Suplícale ¡oh Virgen purísima!
que se apiade de su Iglesia, y nos conceda
la perfecta mortificación de nuestras pasiones,
y obrar lo que creemos,
y traer con nuestro ejemplo
a otros al conocimiento y amor de Dios,
y dar esta vida temporal por él
para gozar en la eterna contigo,
de tu bienaventuranza, al cual sea gloria,
honra y alabanza en los siglos de los siglos.
Amén.
Hacer con mucha fe una petición a Santa Cecilia,
con la confianza de que será concedida.
y de león bravo le hiciste cordero manso,
y le enseñaste a ser mártir;
y por tus palabras y ejemplos
otros muchos derramaron su sangre por Cristo.
Continuar leyendo...
El baño encendido te sirvió de refrigerio,
e hiriéndote tres veces el verdugo
no pudo cortar tu sagrada cabeza,
hasta que al cabo de tres días,
estando en oración,
voló tu bendita alma resplandeciente
a tu dulcísimo esposo,
y tu casa se consagró en iglesia,
y todo el pueblo recibió por tu intercesión
innumerables beneficios,
y cada día los recibe
de la poderosa mano del Señor.
Suplícale ¡oh Virgen purísima!
que se apiade de su Iglesia, y nos conceda
la perfecta mortificación de nuestras pasiones,
y obrar lo que creemos,
y traer con nuestro ejemplo
a otros al conocimiento y amor de Dios,
y dar esta vida temporal por él
para gozar en la eterna contigo,
de tu bienaventuranza, al cual sea gloria,
honra y alabanza en los siglos de los siglos.
Amén.
Hacer con mucha fe una petición a Santa Cecilia,
con la confianza de que será concedida.
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