Querida y amada esposa
De Jesús imitadora,
Sednos nuestra intercesora,
Seráfica virgen Rosa.
Por voluntad superior
De Lima en la gran ciudad
Naciste flor en beldad
Para gloria del Señor,
Pues Serafín en su amor
Fuiste Virgen prodigiosa.
Angel en carne mortal
Pareces por tu pureza,
Y por tu rara belleza
Criatura celestial,
Pues la gracia bautismal
Conservaste cuidadosa.
Tu hermoso rostro lo vieron
Convertido en una rosa
Y en la cuna prodigiosa
Ya admirable te advirtieron;
Por esto el nombre te dieron
De esta flor misteriosa.
Con un amor singular
La Virgen te dijo un día:
Rosa de Santa María
Desde ahora te has de llamar;
Este don particular
Lo lograste venturosa.
Deseas con mucho anhelo
Ser Tercera Dominica,
Que es su voluntad te explica
En revelación el Cielo
Dios te dio el gusto y consuelo
Que deseabas ansiosa.
Una celda fabricaste
De tu casa en el jardín,
Y allí como un Serafín
A vivir te retiraste;
Glorias del mundo dejaste
Que mirabas desdeñosa.
Aquí apenas colocada,
Llena de gozo y contento,
Emprendes con nuevo aliento
El vivir crucificada,
De Jesús enamorada
Le imitas muy dolorosa.
Pasmó al mundo tu fervor
Ardoroso sumamente,
Pues no se halla fácilmente
Quien te imite en el rigor.
Jesús tu Esposo y Señor
Te hizo en premio muy dichosa.
Ocultas en tu cabeza
Una corona de espinas
Y sangrientas disciplinas
Te das con mucha firmeza.
Aunque es rara tu pureza,
Te atormentas fervorosa.
Porque tu cuerpo padezca
Te ciñes una cadena,
Y la llave muy serena
Tiras donde no aparezca.
Todo el mundo se estremezca
con una acción tan pasmosa.
Yerba amarga es tu comida;
Como esposa amante y fiel
De Jesucristo la hiel
Imitas, y es tu bebida;
Fue por prodigio tenida
Tu abstinencia rigurosa.
Como esposa amante y fiel
De Jesucristo la hiel
Imitas, y es tu bebida;
Fue por prodigio tenida
Tu abstinencia rigurosa.
Todas las noches velabas
En la oración con empeño,
Y para vencer el sueño
Tu cabello a un clavo atabas.
Y de el pendiente quedabas
En postura tan penosa.
Tu cama es un tal tormento,
Que en nudosos troncos cuentas
Puntas de tejas trescientas,
Que causa estremecimiento.
Por tu esposo con aliento
Lo padecías gozosa.
Para el sueño y el reposo
Solas dos horas destinas,
Mas a penar te reclinas
En un tormento horroroso,
En lecho tan espantoso
Te arrojabas animosa.
A vivir muy retirada
Vuestra humildad os inclina
Por huir la estimación fina,
Pero fuiste más buscada;
Ser por Santa celebrada
Lo sentíais muy llorosa.
Jesús como niño hermoso
Con frecuencia te visita,
Y los pesares te quita
Con amor maravilloso
Vos a favor tan piadoso
Correspondiste amorosa.
Con la Reina Celestial
Fue grande tu devoción,
y te robó la atención
su rosario en especial
Con fineza sin igual
T e hablaba muy cariñosa.
Los éxtasis amorosos
Que tienes en tu oración,
De tu amante corazón
Causan ardores dichosos;
Y pues dones tan gloriosos
Gozabas tan venturosa.
Te propusiste imitar
A la virgen Catalina
De Sena, la que nuy fina
Te bajaba á visitar;
Y con amor singular
Te trataba cariñosa.
De Serafin amoroso
Te pueden el nombre dar.
Pues llegabas al altar
Con un amor prodigiosa:
A Jesús tu dulce Esposo
Recibías deseosa.
Las luces y resplandores
Que en tu rostro se admiraban
Claramente publicaban
Tus seráficos ardores;
Jesús con estos honores
Te honró e hizo milagrosa.
Fue admirable tu piedad
Para los pobres enfermos,
Y os vieron hacer extremos
Pasmosos de caridad;
Y pues que de santidad
Dais ejemplos tan piadosa.
Pues ya gozas con tu Esposo
Sus delicias en el Cielo,
Pide que nos dé el consuelo
Que le veamos glorioso;
Pues te concedió piadoso
Ser en todo milagrosa.
Consuelo en vuestra piedad
Encuentran los corazones
En tristezas, aflicciones,
Y en toda necesidad;
Pues tu grande santidad
Te hizo misericordiosa.
Vos sois la Florida planta
Que las Indias produjeron
Y la que primero vieron
Canonizada por Santa;
A los dos mundos encanta
Esta flor tan olorosa.
Sois, virgen esclarecida,
En milagros portentosa,
Vos sois de Jesús la Rosa,
Y su esposa mas querida;
Y pues tan favorecida
Te hizo el Señor y dichosa.
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