Pues sois, negro prodigioso,
blanco de Dios infinito:
Logremos por vos, Benito,
de la gloria, el fin dichoso.
Sicilia del mar ceñida
Oriente feliz os dio,
y entre tierra y mar quedó
vuestra patria dividida:
de madre esclava engendrado
sois en todo portentoso.
La corporal hermosura
os miró con extrañez
más siendo el cuerpo una pez
fue el alma cual nieve pura,
podéis cantar por ventura:
Negro soy pero gracioso.
Fuisteis en la fe diamante,
esmeralda en la esperanza,
perla fina en la templanza,
oro en caridad brillante,
sois de santidad atlante,
y un tesoro grandioso.
El empleo de pastor
cuidadoso ejercitasteis,
y ya en la niñez mostrasteis
lo ardiente de tu fervor:
fue de tu alma el dechado
el amor de Dios poderoso.
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En el seráfico Cielo
En el seráfico Cielo
venido con tanta estrella,
desplegáis la luz más bella
de virtud y tanto celo:
hasta ser raro modelo
de caridad asombroso.
Siempre que a Dios recibías
tanto en la fe profundabas,
que arrobado te quedabas
y por los aires subías:
si duda te sumergías
en el Etna más fogoso.
Si a orar a los montes ibas
parecía los quemabas,
si a la iglesia, la abrasabas,
con estas llamas tan vivas,
pues muestras tan expresivas
das de Santo religioso.
Son vuestros milagros tantos,
bendito de Dios, Benito,
que es pretender a infinito
el proceder numerarlos:
quedan en Roma admirados
de un tesoro tan precioso.
Luce vuestra protección
en loa partos peligrosos,
pues felices y dichosos
les logra la devoción:
y el fruto de bendición
quién le pide fervoroso.
Cual médico celestial,
sanáis a sordos y ciegos,
paralíticos, contrahechos,
viruelas, gota coral:
y curáis cualquier mal
a todos siempre amoroso.
Con vuestra santa reliquia
espera Alfara tu amparo,
de truenos, rayos y piedra
verse exento y preservado:
y libre del mal nublado,
dará gracias cuidadoso.
Y pues ya en gozos eternos
con Dios priváis en la gloria,
tened en vuestra memoria
a los fieles de este pueblo,
y alcancemos por tu amor
vida santa y fin glorioso,
logremos por vos, Benito,
de la gloria el fin dichoso.
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