Dadme, Señor,
aquella dulce compañía
que le diste a la Virgen María
desde la puerta de Abraham
hasta la puerta de Jerusalén.
Que por donde quiera que vaya
no me suceda mal alguno,
antes bien, que mi Angel me defienda,
de todo peligro y de toda tentación.
A la Virgen inmaculada,
Vuestra gloriosa Madre,
pido sea mi intercesora para con vos,
y que me comunique la inefable alegría
que vos a ella le comunicasteis
cuando vertisteis en urna santa
de vuestra humanidad a su virginal vientre.
A todos los santos, Apóstoles y Evangelistas
les pido me den alientos para propagar la fe;
a los Mártires y Confesores
para perseverar en ella aún a trueque de suplicios
y a los Querubines y Serafines
notas armoniosas con qué alabar vuestro nombre.
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